Reforma de pensiones: una política que deja a la clase media en el olvido
ALEJANDRO CHARME Abogado, exfiscal superintendencia de pensiones, profesor UDP
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ALEJANDRO CHARME
El Gobierno finalmente presentó las muy esperadas indicaciones que sustituyen el texto original del proyecto de ley, en lo que se refiere al establecimiento del Seguro Social Previsional y que en términos simples corresponde al destino de 4%.
Una vez que hemos tenido a la vista los distintos estudios sobre tasas de reemplazo realizados por universidades y centros de estudios e incluso esperando el que encargó el Gobierno, hay un consenso transversal en que la reforma de pensiones debiera tener cara de mujer y de clase media. Son justamente estos grupos de afiliados/as, incluso con el establecimiento de la PGU, los que exhiben tasas de reemplazo inferiores a un 50%, lo que significa que percibirán como pensión menos del 50% de los ingresos que recibían durante su vida laboral activa. Este guarismo se contrapone con el de los trabajadores de ingresos más bajos que percibirán pensiones muy similares a sus ingresos durante la vida activa y, en algunos casos, sus pensiones serán superiores a las remuneraciones percibidas cuando eran trabajadores activos.
“Llama profundamente la atención que la principal prestación del Seguro Social Previsional que se dirige tanto a hombres como mujeres se podría calificar como una prestación anti-clase media”.
Teniendo este diagnóstico claro, declarado así también por Cristóbal Huneeus -asesor del Gobierno para la reforma- llama profundamente la atención que la principal prestación del Seguro Social Previsional que se dirige tanto a hombres como mujeres se podría calificar como una prestación anti-clase media. ¿Por qué se puede formular tal afirmación?
La reforma establece la denominada prestación de “Garantía con Solidaridad Intergeneracional” consistente en pagar UF 0,1 ($ 3.677) por cada año cotizado con un tope de 360 meses, esto es, UF 3 ($ 110.318). Como es una garantía, establece que a la suma que le corresponda a cada persona se le descontará la pensión autofinanciada (PAFE) que resulte con el 2% que va a su cuenta de capitalización individual. Entonces, si tomamos a un hombre de clase media, con el ingreso promedio del sistema del mes de octubre de 2023 ($ 1.265.352) que cotiza por 30 años, con una tasa de crecimiento de los salarios reales de 1,5% y una tasa de rentabilidad real de 3,5%, nos da que su PAFE por el 2% es de UF 2,76 ($ 101.493). En términos simples un hombre que cotizará mensualmente al Seguro Social Previsional el 4% de su remuneración ($ 50.614) recibirá un beneficio equivalente a UF 0,24 ($ 8.825).
En cambio si ese 4% se hubiese destinado a su cuenta de capitalización individual con los mismos supuestos utilizados, su pensión se incrementaría en UF 5,52 ($ 202.986). Una reforma de pensiones que dice tener cara de clase media en que un hombre, a valor presente, cotiza $ 18.221.040 durante 30 años para recibir $ 2.287.440 si fallece a la edad de 86,6 años -que es su expectativa de vida al momento de pensionarse- puede siquiera intentar tener cara de clase media o simplemente es una frase publicitaria de una política pública que los chilenos esperan con tantas ansias y que no cumplirá con sus expectativas.
¿Se estará empleando un mecanismo errado para el foco de la reforma? Si a valor presente, con los mismos supuestos, le entrega la cantidad de $ 52.613.971 si se destina a su cuenta de capitalización individual.